El gobierno de Donald Trump avanza con el despido de 1,600 empleados de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), mientras que miles más han sido puestos en licencia sin goce de sueldo. La decisión, respaldada por un fallo judicial emitido el viernes, marca un paso clave en la reestructuración de la agencia, que enfrenta una drástica reducción de presupuesto y operaciones a nivel global.
Pete Marocco, designado por Trump para dirigir USAID, confirmó que solo 600 empleados, la mayoría en Washington, seguirán en funciones para coordinar el cierre de programas y la repatriación del personal en el extranjero. La medida afecta directamente a iniciativas de asistencia humanitaria en América Latina, África y Asia, donde USAID ejecutaba proyectos en salud, educación y respuesta a emergencias.
Este recorte forma parte de una estrategia más amplia del gobierno para reducir el tamaño del aparato estatal, bajo la influencia del magnate Elon Musk, aliado clave en la administración. La eliminación de USAID responde a la política de «América Primero», que prioriza el uso de fondos en territorio estadounidense. Sin embargo, la medida ha sido criticada por legisladores y organizaciones humanitarias, que advierten sobre el impacto en comunidades vulnerables alrededor del mundo.